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martes, 26 de noviembre de 2013

San Pío de Pietrelcina

San Pío de Pietrelcina

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San Pío de Pietrelcina

San Pío de PietrelcinaSan Pío de Pietrelcina

“Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración... La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón...”
San Pio de Pietrelcina, nace el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina, Italia. Entró en los Capuchinos con 15 años de edad y fue asignado a San Giovanni Rotondo en 1916, vivió allí hasta su muerte. Recibió los estigmas el 20 de septiembre de 1918 y los llevó por 50 años. Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 2 de mayo de 1999 y canonizado por él mismo el 16 de junio del 2002.
El Padre Pío es uno de los más grandes místicos de nuestro tiempo, amado en todo el mundo. Nos enseñó a vivir un amor radical al corazón de Jesús y a su Iglesia. Su vida era oración, sacrificio y pobreza. Alcanzó una profunda unión con Dios. Tuvo dones extraordinarios pues poseía la capacidad de leer en los corazones de los fieles, ademas del don de la profecía, el de la curación y la bilocación.
Fue un hombre elegido por Cristo para llevar los padecimientos de la crucifixión en su cuerpo. Las llagas en sus manos, en sus pies, y en el costado de su pecho eran permanentes, sangraban y no cicatrizaban, no supuraban, ni coagulaban, haciendo del Padre Pío el primer sacerdote estigmatizado en la historia de la Iglesia.
Comprendió bien pronto que su camino era el de la Cruz y lo aceptó inmediatamente con valor y por amor. Durante años soportó los dolores de sus llagas con admirable serenidad. Aceptó en silencio las numerosas intervenciones de las Autoridades y calló siempre ante las calumnias. Se consideraba sinceramente inútil, indigno de los dones de Dios, lleno de miserias y a la vez de favores divinos. Su salud, desde la juventud, no fue muy robusta y, especialmente, en los últimos años de su vida, empeoró rápidamente. La muerte lo sorprendió preparado y sereno el 23 de septiembre de 1968, a los 81 años de edad.
Este humilde fraile capuchino ha asombrado al mundo con su vida dedicada totalmente a la oración y a la escucha de sus hermanos. Su vida fue un constante ejercicio de fe, corroborado por la esperanza del cielo, donde podía estar con Cristo.
Su caridad se derramaba como bálsamo sobre las debilidades y sufrimientos de sus hermanos. El padre Pío, además de su celo por las almas, se intereso por el dolor humano, promoviendo en San Giovanni Rotondo un hospital, al que llamo "Casa de alivio del sufrimiento". Con la "Casa del alivio del sufrimiento" quiso mostrar que los "milagros ordinarios" de Dios pasan a través de nuestra caridad, por eso es necesario estar disponibles para compartir y para servir generosamente a nuestros hermanos, sirviéndonos de todos los recursos de la ciencia medica y de la técnica.
Le gustaba repetir: «Soy un pobre fraile que reza», convencido de que «la oración es la mejor arma que tenemos, una llave que abre el Corazón de Dios». Esta característica fundamental de su espiritualidad continua en los «Grupos de Oración» que él fundo, y que ofrecen a la Iglesia y a la sociedad la formidable contribución de una oración incesante y confiada. Oración y caridad, esta es una síntesis sumamente concreta de la enseñanza del padre Pío.
La vida y la misión del padre Pío testimonian que las dificultades y los dolores, si se aceptan por amor, se transforman en un camino privilegiado de santidad, que se adentra en perspectivas de un bien más grande, solamente conocido por el Señor. En toda su existencia, buscó siempre una mayor conformidad con el Crucificado, teniendo una conciencia muy clara de haber sido llamado a colaborar de manera peculiar con la obra de la redención.

Dirección

Calle del Agua 259. Col. Satélite. Esquina con Avenida de la Piedra Querétaro,

Querétaro. Teléfono (442) 218-02-33. Correo: notaria@virgenlapaz.org.mx Ver Mapa

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