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viernes, 15 de noviembre de 2013

Fotos de la biografía - Fray Antonio Aviles

Fotos de la biografía - Fray Antonio Aviles

Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre…Como era en el principio…

Himno

GRACIAS, SEÑOR, POR LA AURORA

Gracias, Señor, por la aurora;
gracias, por el nuevo día;
gracias, por la Eucaristía;
gracias, por nuestra Señora:
Y gracias, por cada hora
de nuestro andar peregrino.
Gracias, por el don divino
de tu paz y de tu amor,
la alegría y el dolor,
al compartir tu camino.
Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.

Salmos

Antífona: Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.

XIX(Coph) 118, 145-152

Te invoco de todo corazón:
respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes;
a tí grito: sálvame,
y cumpliré tus decretos;
me adelanto a la aurora pidiendo auxilio,
esperando tus palabras.

Mis ojos se adelantan a las vigilias,
meditando tu promesa;
escucha mi voz por tu misericordia,
con tus mandamientos dame vida;
ya se acercan mis inicuos perseguidores,
están lejos de tu voluntad.

Tú, Señor, estás cerca,
y todos tus mandatos son estables;
hace tiempo comprendí que tus preceptos
los fundaste para siempre.

Antífona: Me adelanto a la aurora pidiendo auxilio.

Antífona: Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.

Éxodo 15, 1-4. 8-13.17-18

Himno a Dios,
después de la victoria del mar Rojo

Cantaré al Señor, sublime es su victoria,
caballos y carros ha arrojado en el mar.
Mi fuerza y mi poder es el Señor,
El fue mi salvación.

El es mi Dios: yo lo alabaré;
el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
El Señor es un guerrero,
su nombre es “El Señor”.

Los carros del Faraón los lanzó al mar,
ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes.
Al soplo de tu nariz, se amontonaron las aguas,
las corrientes se alzaron como un dique,
las olas se cuajaron en el mar.

Decía el enemigo: “Los perseguiré y alcanzaré,
repartiré el botín, se saciará mi codicia,
empuñaré la espada, los agarrará mi mano”.
Pero sopló tu aliento, y los cubrió el mar,
se hundieron como plomo en las aguas formidables.

¿Quién como tú, Señor, entre los dioses?
¿Quién como tú, terrible entre los santos,
temible por tus proezas, autor de maravillas?

Extendiste tu diestra: se los tragó la tierra;
guiaste con misericordia tu pueblo rescatado,
los llevaste con tu poder hasta tu santa morada.

Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad,
lugar del que hiciste tu trono, Señor;
santuario, Señor, que fundaron tus manos.
El Señor reina por siempre jamás.

Antífona: Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.

Antífona: Alabad al Señor, todas las naciones.

Salmo 116

Invitación universal a la alabanza divina

Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

Antífona: Alabad al Señor, todas las naciones.

Lectura breve 2 Pe 1, 10-11

Hermanos, poned cada vez más ahínco en ir ratificando vuestro llamamiento y elección. Si lo hacéis así, no fallaréis nunca; y os abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Responsorio breve

R. A ti grito, Señor: * Tú eres mi refugio. A ti grito…
V. Y mi lote en el país de la vida. * Tú eres mi refugio. Gloria al Padre. A ti grito…

Antífona Benedictus: Ilumina, Señor, a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.

Lucas 1, 68-79

El Mesías y su precursor

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo,
por poca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Antífona Benedictus: Ilumina, Señor, a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.

Preces

Bendigamos a Cristo, que, para ser ante Dios el sumo sacerdote compasivo y fiel, quiso parecerse en todo a sus hermanos, y supliquémosle, diciendo: Concédenos, Señor, los tesoros de tu amor.

* Señor, sol de justicia, que nos iluminaste en el bautismo;
– te consagramos este nuevo día.

* Que sepamos bendecirte en cada uno de los momentos de nuestra jornada
– y glorifiquemos tu nombre con cada una de nuestras acciones.

* Tú que tuviste por madre a María, siempre dócil a tu palabra,
– encamina hoy nuestros pasos, para que obremos también, como ella, según tu voluntad.

* Haz que, mientras vivimos aún en este mundo que pasa, anhelemos la vida eterna
– y, por la fe, la esperanza y el amor, gustemos ya anticipadamente las delicias de tu reino.

Con la misma confianza que tienen los hijos con sus padres, acudamos nosotros a nuestro Dios, diciéndole: Padre Nuestro.

Oración

Te pedimos, Señor, que la claridad de la resurrección de tu Hijo ilumine las dificultades de nuestra vida; que no temamos ante la oscuridad de la muerte y podamos llegar un día a la luz que no tiene fin. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

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