1. COMENTARIO AL SALMO 130

    Al comienzo del salmo se dice que es un «cántico gradual» o «canción de las subidas» en peregrinación a Jerusalén y a su Templo. La Biblia de Jerusalén da a este salmo el título de Con espíritu de infancia. El alma en paz se abandona a Dios, sin inquietud ni ambición. La misma confianza filial se pide a todo el pueblo de Dios (v. 3).- Para Nácar-Colunga el título de este salmo es Confesión de humildad. Humillado ante Dios, el salmista confía en Él e invita a Israel a la misma confianza. De un modo delicadísimo se exalta el espíritu de «infancia espiritual». En todo se ve la providencia divina y por eso nada turba al alma.- «Confianza filial en Dios. Afrontamos la vida con realismo, porque Dios nuestro Padre nos sale al encuentro a través de personas, acontecimientos y cosas. No hay que buscarle en otro sitio fuera de la realidad tal como es. Es la actitud filial de humildad y de mansedumbre, a la que nos invita Cristo (Mt 11,29). Es la infancia espiritual o el hacerse como niños (Mt 18,3)»

    * * *

    La paz del alma en unión con Dios

    Este bellísimo poema, el salmo 130, expresa la profunda humildad del alma que se entrega sin pretensiones a los caminos secretos de la Providencia. Este espíritu de infancia espiritual refleja una exquisita sensibilidad religiosa en un tiempo en que aún no se tenían luces sobre la retribución en el más allá. Las cosas grandes y fascinadoras de esta vida no turban su serenidad profunda espiritual. Todas sus ambiciones están sujetas a los designios misteriosos de Yahvé sobre su vida.

    El salmista simboliza en esta confesión a la clase selecta de piadosos que viven profundamente la religión de sus padres en medio de un ambiente materializado. Como es de ley en esta colección de salmos «graduales», la composición termina con una alusión a la colectividad de Israel para que pueda servir para los peregrinos que se acercaban a la ciudad santa.

    Desde el punto de vista literario, la pieza es exquisita: «Es una perla en el Salterio, un brevísimo poema, que con unas sencillas palabras expresa lo que hay de más alto, lo que sobrepasa toda inteligencia, y dice más que muchas palabras: la paz del alma en Dios» (Kittel). «En la escuela del sufrimiento, de la humillación, de los fracasos repetidos, el salmista ha aprendido la resignación tranquila, la humildad sincera, la renuncia a proyectos demasiado grandiosos y quizá a los deseos desbordantes de un patriotismo humano... Está sobre el seno de su Dios como el niño a los pechos de su madre...» .

    La paz del alma unida a Dios. La soberbia se manifiesta en la mirada altanera y despectiva. El salmista, en cambio, mantiene un continente mesurado, reflejo de la humildad de su corazón. Poseído de su espíritu conformista y humilde, el salmista renuncia a toda empresa demasiado ardua y brillante, dando de lado a las ambiciones desmesuradas para no enorgullecerse y dar ocasión a apartarse de su Dios. Con todo cuidado ha disciplinado sus desordenados deseos para mantenerse ante Yahvé en la actitud del niño de pecho que se entrega totalmente a la solicitud de su madre. El salmista termina deseando a Israel que tenga este espíritu de confianza absoluta en su Dios, aceptando, sumiso, sus misteriosos designios históricos. El verso 3 tiene el aire de una epifonema (exclamación referida a lo que anteriormente se ha dicho, con la cual se cierra o concluye el pensamiento a que pertenece) litúrgico, quizá de adición posterior.
  2. SALMO 130

    Abandono confiado en los brazos de Dios
    1Señor, mi corazón no es ambicioso,
    ni mis ojos altaneros;
    no pretendo grandezas
    que superan mi capacidad;
    2sino que acallo y modero mis deseos,
    como un niño en brazos de su madre.

    3Espere Israel en el Señor
    ahora y por siempre.
  3. 9 Sea el amor sin fingimiento. Aborreced lo malo. Estad firmemente adheridos a lo bueno. 10 Con el cálido afecto de hermanos amaos cordialmente los unos a los otros. En cuanto a la estimación, tened por más dignos a los demás. 11 En vuestro celo no seáis negligentes. En el espíritu, manteneos fervientes. Servid (al precepto) del tiempo. 12 Vivid gozosos en la esperanza, firmes en la tribulación, c...Ver más
  4. Carta de san Pablo a los romanos 12, 5-16:

    “Hermanos: Nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está al servicio de los otros. Los dones que poseemos son diferentes, según la gracia que se nos ha dado, y se han de ejercer así: Si ese don es la predicación, teniendo en cuenta a los creyentes; si es el servicio, dedicándose a servir; si es la enseñanza, dedicándose a enseñar...

    Hermanos, que vuestra caridad no sea una farsa: aborreced lo malo y apegaos a lo bueno. Como hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo...”

    Diversidad y armonía; reconocimiento de los valores de cada uno y puesta en servicio de los mismos; acogida de los dones de Dios y fructificación en obras de solidaridad que nos traigan felicidad en la verdad. Sea éste nuestro lema de vida.
  5. Primera Lectura: Romanos 12, 5-16ª. Cada miembro está al servicio de los otros.

    Del anuncio de gracia —la buena noticia de que Cristo ha muerto y resucitado por nosotros, la novedad del amor gratuito del Padre— hace derivar Pablo el código de la nueva humanidad: si Dios es amor gratuito, también los hombres deben concebir su vida como don... De la gracia a la gratuidad, de la cháris a los charísmata.

    Los cristianos constituyen, en Cristo, los muchos y diversos miembros de un único cuerpo. A cada uno de ellos se le da un don, una manifestación diferente de la gracia, un modo específico de vivir la gratuidad. Lo que importa es entender el don como don, no como posesión: como algo dado para la utilidad común (cf. 1 Cor 12,7), para edificar la comunidad en la caridad, para que cada uno camine con los otros hacia la plena humanidad de Cristo (cf. Ef 4,11-16). Es preciso cultivar, por tanto, la humildad y la caridad. La « humildad» (v. 16) consiste en tener una justa valoración de nosotros mismos (cf. Rom 12,3), para servir al Señor en la comunidad llevando a cabo lo que nos corresponde con pasión y con sencillez. La «caridad» es el modo y el fin del servicio: una actitud de bendición respecto a cada hombre, una compasión que comparte los «sentimientos» del otro acogiendo sus alegrías y sus dolores, una confianza serena y perseverante en la oración que atraviesa las estaciones de la tribulación y de la esperanza. La caridad excluye la hipocresía (v. 9: farsa) para animar de manera auténtica las fibras de nuestra existencia.
  6. Romanos 12,5-16

    Pablo ha terminado el tema del destino de Israel y, con él, la parte más teológica de su carta. Ahora, a partir del capítulo 12, se fija en algunos aspectos de la vida de la comunidad cristiana.

    Sobre todo es la unidad la que le preocupa. La Iglesia es como un cuerpo orgánicamente unido y diversificado en sus miembros. Cada miembro de este cuerpo tiene sus dones particulares: pre...
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  7. Comentario de la Primera Lectura: Rm 12, 5-16a

    Terminada la exposición «doctrinal», he ahí la parte de «aplicaciones prácticas» de orden más moral: hay que sacar conclusiones concretas... ¿cómo viviremos, ahora que hemos comprendido mejor el designio de Dios?

    -Todos nosotros, siendo muchos, no formamos más que un solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros de los otros....
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  8. "La Palabra necesariamente se enciende como un sol de rayos esplendorosos de justicia, en estos tiempos de ceguera universal, para iluminar a los gobernantes de este mundo interesando de ellos que dejen de ser ciegos, sordos y mudos. Esa misma luz, que también ilumina el camino estrecho, angosto y difícil de encontrar y que lleva a todos a la presencia del único Dios".

    MARTES DE LA XXXI SEMANA D...
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